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¿Qué es una situación de riesgo? Un vistazo profundo e irreverente al peligro

Al adentrarnos en las entrañas de la vida cotidiana, nos enfrentamos a diversas situaciones que pueden ponernos al borde de una paradoja: la supervivencia y la vivencia. Nos encontramos con situaciones de riesgo, que sin lugar a dudas inquietan nuestras conciencias y nos exhiben la fragilidad humana. Pero, ¿qué es una situación de riesgo?, ¿cómo la identificamos? e incluso ¿cómo la afrontamos?

Introduciéndonos en la inquietante idea del riesgo

Pues bien, empecemos por definir a nuestro antagonista principal: el riesgo se define como la posibilidad de que algo desagradable acontezca. Suele asociarse a decisiones que conllevan peligro o exposición. Los factores de riesgo son todas aquellas cosas que aumentan la probabilidad de dañar los puntos vulnerables de un sistema. Existen riesgos de todo tipo y color; se clasifican en físicos, químicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales. Y aunque la oferta es variada, en nuestro platillo de la vida siempre existen ingredientes que añaden un ligero picante inesperado.

El surrealismo de los riesgos en nuestra vida diaria

Si la vida fuera un buffet, los riesgos serían esos platillos que provienen de recetas desconocidas, por lo que cada bocado es una sorpresa incierta. Pero sin ellos, la vida políticamente correcta perdería su sabor. Desde los riesgos asociados a la naturaleza, como fenómenos geológicos, meteorológicos e hidrológicos, hasta los más abstractos como los financieros y laborales, cada riesgo lleva en sí un mensaje que nos pone en alerta, haciéndonos fluctuar en la pirámide de lo conocido y lo desconocido.

Contratos de seguros: la barricada ante el caos

En este punto, seguramente te preguntarás, ¿cómo brindar protección a lo que desconozco? El ser humano es astuto y siempre busca atenuar la realidad; para solucionar este laberinto, existen los contratos de seguros que cubren riesgos e indemnizan al asegurado en caso de daño o perjuicio. De esta manera, le ponemos riendas al caos y aunque no tenemos el control total, logramos un estado de seguridad artificial que nos permite seguir rodando en la vida.

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De víctimas inherentes y adolescentes en peligro

Pareciera que a veces nos encontramos en una obra surrealista de Dalí, en donde los riesgos se esconden en cada esquina, rasgando nuestra ropa, abrazándonos o persiguiéndonos. Uno de los episodios más representativos de este cuadro es la juventud. Ah, los adolescentes, ese periodo efímero de nuestras vidas donde nos encontrábamos ante un constante desfile de situaciones de riesgo, desde el consumo de drogas hasta las emociones y contradicciones propias de nuestros días mozos.

Hay profesionales que sugieren prevenir el consumo de drogas en situaciones de riesgo y ofrecen programas de prevención, como el recurso en línea “Hablemos de drogas” que puede encontrarse en la pintoresca galería que es el internet.

El cabaret de enfermedades y situaciones traumáticas

Y no podemos hablar de riesgos sin mencionar a nuestras eternas acompañantes, las enfermedades. Ellas, con su inseparable juego de seducción y dolor, nos arrastran a situaciones de riesgo traumáticas. Algunas enfermedades que forman parte de este baile incluyen: diabetes mellitus, hemofilia, enfermedades musculares, espina bífida, neoplasias y leucemias, y trasplantes.

Prevenir y tratar estas enfermedades es una especie de juego de azar, en donde las cartas de la vida nos pueden sorprender con una doble jugada. Sin embargo, con la información y el tratamiento adecuado, podemos mantener estos riesgos a raya, como mantener a los trapecistas en equilibrio en la cuerda floja.

Al final del día, ¿qué hemos aprendido?

Entonces, ¿qué es una situación de riesgo? En resumen, es cualquier hecho o evento que nos pueda llevar a experimentar una situación peligrosa, ya sea emocional, física, mental o económica. Pero como he mencionado en estas líneas, el riesgo sólo es una parte del teatro de la vida, es esa salida a la orilla del abismo que nos hace gritar y luego burlarnos de nosotros por la adrenalina que nos dejó sin aliento.

Aunque intentemos mantenernos en un camino seguro, la realidad es que el riesgo siempre será una sombra que caminará a nuestro lado. Así que, mientras sigamos danzando bajo el sol y enfrentándonos a lo inesperado, recordemos que no hay mayor forma de aprender que mantener el corazón abierto y abrazar el riesgo como a un amigo ocasional.