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El encanto y la trampa del adequeísmo: cómo desentrañar sus misterios

En los senderos literarios, el adequeísmo se presenta como una emboscada, acechando al más avezado explorador del lenguaje. Tal como una quimérica mariposa, sus deleznables alas multicolores se manifiestan en un error gramatical que encanta y confunde en igual medida. A continuación, nos adentraremos en este fenómeno lingüístico que se caracteriza por la omisión de la preposición “de”, responsable de crear un lacerante quebranto en el corazón de nuestra amada lengua española.

El adequeísmo: ese furtivo ladrón de preposiciones

Nuestro andar en el indómito territorio del adequeísmo nos guía a situaciones en las que nuestra lengua, noble y pura, queda desposeída de su “de”. Este vicio emerge con sigilo desde los oscuros rincones de nuestra expresión cotidiana, un roedor intangible que, aunque no altera el sentido de las oraciones, sí nos sumerge en un estado de ligereza semiótica.

Un tortuoso caminar: ejemplos de la mano del adequeísmo y cómo solucionarlos

  • Incorrecto: Patricia es la misma persona que Rigoberto se enamoró.

    Correcto: Patricia es la misma persona de la que Rigoberto se enamoró.

  • Incorrecto: Estoy seguro que Luisa vendrá a la fiesta.
    Correcto: Estoy seguro de que Luisa vendrá a la fiesta.

  • Incorrecto: Le informaron que no llegaría a tiempo.
    Correcto: Le informaron de que no llegaría a tiempo.

La salida de la caverna adequeística no será fácil, pero con empeño y persistencia lograremos superar este error y encontrar el camino de regreso a la honestidad gramatical.

Los bemoles de un lenguaje encantado

Más allá de la gruta en la que se oculta el adequeísmo, hay múltiples horrores que acechan. Cuidado, audaz aventurero, pues sin querer, tú mismo puedes ser el perpetrador de los crímenes viciosos de la lengua. No hay un solo adequeísmo, sino una infinita descendencia que pulula en las esquinas de un lenguaje maltratado.

Los terrores del lenguaje vulgar: otros vicios del hablar cotidiano

Si incursionamos en el espeso bosque de las retorcidas palabras, podremos encontrar, amparados bajo su follaje de confusión, monstruos múltiples y tortuosos, que se deleitan en nuestras erráticas expresiones:

  • Aféresis: cuando la lengua peca por defecto al mutilar el principio de una palabra.
  • Aísmo: el abuso del sonido “ay” en palabras como “haya” y “vaya”.
  • Anacoluto: desorden revuelto en el nido de las ideas, que vuela lejos de la estructura gramatical.
  • Anfibología: amenazadora ambigüedad que se alimenta de la oscuridad.
  • Arcaísmo: fantasma de un tiempo que se niega a morir, con palabras deshilachadas y polvorientas en el firmamento del habla.
  • Asimetría y cacofonía: dos criaturas que se aman en su odio compartido por la melodía.

Y así, una multitud de engendros se burla de nuestras buenas intenciones, a la espera de rendirnos y hundirnos en la sombra de nuestros resbalones gramaticales.

Desentrañando el misterio del adequeísmo y evitando los vicios del habla

Para abrirnos paso en este jardín de palabras malformadas y frases laceradas por el adequeísmo y sus oscuros hermanos, será vital abrazar el temple de la letra consciente y amar, más allá de la superficialidad de la apariencia, la verdadera esencia de la lengua española. Sólo así conseguiremos recuperar la integridad del espíritu del lenguaje y rendir tributo a la genialidad de la comunicación humana en su estado más puro.

La lucha por liberarnos de la opresión de los vicios del lenguaje no será fácil; no obstante, si nos esmeramos en desentrañar las trampas y emboscadas del adequeísmo, seremos capaces de levantar la frente orgullosos, y en un coro de notas esclarecedoras, reconoceremos nuestra hermandad de la palabra como una luz resplandeciente en el firmamento, un legado de sabiduría retomado en un auténtico canto de amor hacia nuestra lengua madre.